No podía dejar la ocasión de hablar de la Virgen de la Peña, la Patrona de Fuerteventura. Más que una aparición en si estaríamos hablando de un milagro que salvó la vida de un monje franciscano y de la aparición de una estatuilla.
La imagen de "La Peñita" como es llamada cariñosamente en la isla de Fuerteventura, es una obra maestra de pequeñas dimensiones, es una figura sencilla, de 23 cm de altura con el Infante situado en sus rodillas. Se cree que fue traída de por Juan de Béthencourt, y fue encontrada en una pequeña gruta al pie de una peña o pequeña montaña por San Diego de Alcalá y Fray Juan de San Torcaz, monjes franciscanos que vivian en el convento de Betancuria. Se cree que la imagen pudo estar entronizada en la parroquia de Betancuria, de la que hubo de ser salvada y escondida cuando el pirata Jabán destruyó la Villa de Betancuria, para años después ser descubierta en la cuevita bajo la peña.
Fue hacia la segunda mitad del siglo XVII en el que adquiere el patronazgo de Fuerteventura, aunque de manera compartida con la antigua patrona de la isla, la Purísima Concepción que se venera en la Villa de Betancuria, debido a un acuerdo del Cabildo. La devoción dio lugar a algunas expresiones literarias como unas "Coplas a la Virgen de la Peña" aparecidas en el siglo XVIII.
Actualmente la talla de La Peña se encuentra situada en la hornacina central del retablo mayor de la referida ermita de la Vega de Río Palmas, colocada sobre un pedestal dorado y enmarcada por un sol de plata y una media luna dorada. La hornacina que da cobijo a la imagen está decorada con molduras, rocalla y rodeada de inscripciones latinas. La imagen de La Peña presenta los ojos cerrados y roturas en su mano izquierda, y en la cabeza y brazo del niño, hechos que explica la tradición piadosa señalando que la Virgen cerró los ojos para no ver cómo una mora loca mutilaba a su hijo. Precisamente durante la restauración efectuada a la imagen en el año 2000, se pudo constatar que la actual cabeza del niño fue un añadido posterior, y que la original debió perderse en el atentado sufrido por la talla antes citado.
Esta es su
historia:
Fray Diego, guardián del convento de Betancuria, un
día echa de menos a Fray Juan de Santorcaz, y por su tardanza pregunta a los
pastores del lugar si lo habían visto, pues el celo de Fray Juan le hace salir
por caminos pedregosos y difíciles a evangelizar. Los pastores dirán que sólo
han advertido unas luces y resplandores en el Barranco de Río Palmas.
Fray Diego va barranco abajo con los pastores y otros
religiosos. Allí ven flotar el sombrero de Fray Juan sobre las aguas de la
presa y en el fondo de la misma al fraile de rodillas y en actitud orante. Uno
de los pastores se arrojó a la charca y lo sacó. Al salir, el fraile, que
estaba en éxtasis, no tenía ni las ropas mojadas.
Fray Juan contó entonces que, andando por aquellos
caminos, había resbalado y cayendo a la charca se encomendó a la Virgen, a la
que agradece el milagro de su salvación. Este lugar se llama Buen Paso y Mal Paso.
Ante los resplandores que salían de la peña, decidió
Fray Diego, por inspiración divina, atacarla. Al abrirse la roca aparece la
escultura blanca de la Virgen con el Niño, que desde entonces se llamó la Virgen de
la Peña. Fue llevada la imagen al convento de S. Buenaventura
y más tarde, al construirse el santuario en el s. XVII, trasladada al mismo por
la devoción popular.
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Fuerteventura, 26 de Abril de 2016