Nada mejor que Mayo, el mes de María, para escribir
una nueva entrada. Continuamos con nuestro viaje por las apariciones marianas
más representativas y nos trasladamos a Francia.
El domingo 4 de mayo de 2008, el obispo de Gap (Francia) anunciaba
durante una Misa celebrada en la villa alpina de Laus, la aprobación oficial de
la Iglesia de las apariciones marianas atestiguadas en esta villa de los altos
Alpes franceses por la vidente Benoîte Rencurel entre 1664 y 1718. Eran las primeras
apariciones marianas reconocidas oficialmente en el siglo XXI por el
Vaticano.
«Nadie está obligado a creer en las apariciones, incluso en
aquellas reconocidas oficialmente; pero si son una ayuda en nuestra fe y nuestra vida diaria
¿Por qué habría que rechazarlas?», señaló entonces monseñor Jean-Michel di
Falco, que animó a los fieles a orar en el santuario de
Nuestra Señora de Laus. El lugar ya atraía entonces a unos 120.000
peregrinos al año.
Benoîte Rencurel era una joven pastora analfabeta de 17 años cuando al
parecer se le presentó la Virgen con el niño sobre un peñasco. Durante cuatro
meses se le mostraría cada día conversando con familiaridad y sencillez con
ella. Benita se lo relató a la dueña del rebaño, que no le creyó en un
principio, pero la siguió en secreto hasta el valle de Fours. No logró ver a la
Virgen pero sí oyó sus palabras, advirtiéndole de que tenía una mancha en la
conciencia y debía hacer penitencia. La necesidad de conversión sería el
mensaje fundamental que dejaría la Virgen a Benita.
El 29 de agosto, la Virgen se presentaría a Benoîte : «Mi nombre es
María». Seguiría viendo a menudo a la Virgen en Laus durante el invierno de
1664-1665, mientras se difundía entre la gente la noticia de las apariciones.
La autoridad diocesana reconoció las apariciones el 18 de septiembre de
1665, cuando Benoîte tenía dieciocho años, y comenzó la construcción de una
iglesia para los peregrinos cada vez más numerosos que deseaban convertirse.
Desde los orígenes de las peregrinaciones, «las curaciones físicas y
morales fueron reconocidas en gran número, especialmente por las unciones del
aceite de la lámpara del Santuario aplicadas con fe, según el consejo que la
Virgen María misma ofreció a Benoîte».
Benoîte, que se convirtió en miembro de la Tercera Orden dominica. murió
a los 71 años. Reconocida como «venerable» por el Papa Benedicto XVI, está en proceso de beatificación.
Fuerteventura, 7 de Mayo de 2017
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