En Bélgica en una época bastante turbulenta
en el Continente Europeo y previo al comienzo de uno de los momentos
más tristes para el ser humano, me refiero a la Segunda Guerra Mundial.
El 22 de agosto de 1949 la Santa Sede aprobaba oficialmente las ocho
apariciones de la Virgen a la niña Mariette Beco entre el 15 de enero y el 2 de marzo de 1933 en Banneux (Bélgica).
Las apariciones tenían lugar apenas doce días después que la Virgen se despidiera de los niños de Beauraing, a unas cincuenta millas al noroeste del país.
Mariette Beco era la mayor
de siete hermanos, no muy devota ya que en su casa no se practicaba la
religión. El 15 de enero de 1933, cuando miraba por la ventana mientras
cuidaba de su hermano pequeño vio «una luz y una hermosa Señora que
tenía la cabeza muy iluminada, como si la luz irradiara de su propio
cuerpo», según relató la niña de 11 años que sintió miedo y llamó a su
madre. Ésta le impidió salir afuera como al parecer le pedía la Virgen.
Nadie de su familia dio crédito a su visión. Tampoco el sacerdote al que
se lo contó.
Tres días después se le
volvió a aparecer diciéndole que una fuente estaba reservada para ella.
Su padre fue testigo aunque él no vio a la Inmaculada. Al día siguiente
se presentó como «la Virgen de los pobres» y le reveló que el agua de la
fuente era «para todas las naciones.., para los enfermos». Aún se
aparecería en otras cinco ocasiones exhortando a creer en ella y a
rezar.
El Papa Juan Pablo II celebró una eucaristía en el santuario de Banneux durante su viaje apostólico a Bélgica, en mayo de 1985.
Mariette Beco falleció en 2011 a los 90 años en Banneaux tras una vida discreta en compañía de su familia.
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